miércoles, 11 de marzo de 2015


CARTAS DE SIMÓN BOLÍVAR A MANUELA SÁENZ


Manuela:
Llegaste de improviso, como siempre. Sonriente. Notoria. Dulce. Eras tú. Te miré. Y la noche fue tuya. Toda. Mis palabras. Mis sonrisas. El viento que respiré y te enviaba en suspiros. El tiempo fue cómplice por el tiempo que alargué el discurso frente al Congreso para verte frente a mí, sin moverte, quieta, mía…
Utilicé las palabras más suaves y contundentes; sugerí espacios terrenales con problemas qué resolver mientras mi imaginación te recorría; los generales que aplaudieron de pie no se imaginaron que describía la noche del martes que nuestros caballos galoparon al unísono; que la descripción de oportunidades para superar el problema de la guerra, era la descripción de tus besos. Que los recursos que llegarían para la compra de arados y cañones, era la miel de tus ojos que escondías para guardar mi figura cansada, como me repetías para esconder las lágrimas del placer que te inundaba.
Y después, escuché tu voz. Era la misma. Te di la mano, y tu piel me recorrió entero. Igual… que los minutos eternos que detuvieron las mareas, el viento del norte, la rosa de los vientos, el tintineo de las estrellas colgadas en jardines secretos y el arco iris que se vio hasta la media noche. Fuiste todo eso, enfundada en tu uniforme de charreteras doradas, el mismo con el que agredes la torpeza de quienes desconocen cómo se construye la vida.
Mañana habrá otra sesión del Congreso. ¿Estarás?

 Mi amor:
Estoy muy triste a pesar de hallarme entre lo que más me agrada, entre los soldados y la guerra, porque sólo tu memoria ocupa mi alma, pues sólo tú eres digna de ocupar mi atención particular.
Me dices que no te gustan mis cartas porque escribo con unas letrazas tan grandotas ahora verás que chiquitico te escribo para complacerte.
No ves cuántas locuras me haces cometer por darte gusto...
BOLÍVAR



Ica, 20 de abril de 1825
Mi bella y buena Manuela:
Cada momento estoy pensando en ti y en el destino que te ha tocado. Yo veo que nada en el mundo puede unirnos bajo los auspicios de la inocencia y del amor.
Lo veo bien, y gimo de tan horrible situación por ti; porque te debes reconciliar con quien no amabas; y yo porque debo separarme de quien idolatro!!!
Sí, te idolatro hoy más que nunca jamás. Al arrancarme de tu amor y de tu posesión se me ha multiplicado el sentimiento de todos los encantos de tu alma y de tu corazón divino, de ese corazón sin modelo.
Cuando tú eras mía yo te amaba más por tu genio encantador que por tus atractivos deliciosos. Pero ahora ya me parece que una eternidad nos separa porque mi propia determinación me ha puesto en el tormento de arrancarme de tu amor, y tu corazón justo nos separa de nosotros mismos, puesto que nos arrancamos el alma que nos daba existencia, dándonos el placer de vivir.
En lo futuro tú estarás sola aunque al lado de tu marido.
Yo estaré solo en medio del mundo.
Sólo la gloria de habernos vencido será nuestro consuelo.
El deber nos dice que ya no somos más culpables!! No, no lo seremos más.


10 de abril de 1825
Mi bella y buena Manuela:
Cada momento estoy pensando en ti y en el destino que te ha tocado. Yo veo que nada en el mundo puede unirnos bajo los auspicios de la inocencia y el honor. Lo veo bien, y gimo de tan horrible situación, por ti; porque te debes con quien no amabas; y yo porque debo separarme de quien idolatro! Sí, te idolatro más que nunca, jamás. Al arrancarme de tu amor y de tu posesión se me ha multiplicado el sentimiento de todos los encantos de tu alma y de tu corazón divino (…).
Bolívar


Potosí, 13 de octubre de 1825
Mi querida amiga:
Estoy en la cama y leo tu carta del 2 de septiembre.
No sé lo que más me sorprende: si el mal trato que tú recibes por mí o la fuerza de tus sentimientos, que a la vez admiro y compadezco.
En camino a esta villa te escribí diciéndote, que, si querías huir de los males que temes, te vinieses a Arequipa, donde tengo amigos que te protegerán.
Ahora te lo vuelvo a decir.
Dispénsame que no te escriba de mi letra; tú conoces ésta*.
Soy tuyo de corazón.
Nota: (*) es probable que la letra fuera la de su Secretario privado Coronel Juan Santana.


La Plata, 26 de Noviembre de 1825
Mi amor:
¿Sabes que me ha dado mucho gusto tu hermosa carta?
Es muy bonita la que ha entregado Salazar.
El estilo de ella tiene un mérito capaz de hacerte adorar por tu espíritu admirable.
Lo que me dices de tu marido (*) es doloroso y gracioso a la vez.
Deseo verte libre pero inocente juntamente; porque no puedo soportar la idea de ser el robador de un corazón que fue virtuoso, y no lo es por mi culpa. No sé qué hacer para conciliar mi dicha y la tuya, con tu deber y el mío: no se cortar ese nudo que Alexandro con su espada no haría más que intrincar más y más; pues no se trata de espada ni de fuerza, sino de amor puro y de amor culpable: de deber y de falta: de mi amor, en fin, con MANUELA LA BELLA..
Nota: Carta enteramente escrita por el Libertador. Sin firma.
Al final figura una raya debajo de las palabras" Manuela la Bella”...
(*) El armador de nacionalidad británica James Thorne (1770-1847)



Lima, 6 de abril de 1826.
Mi querida amiga:
Mucho me complacen tus amables cartas y la expresión de tus cariños son mi placer en medio de la ausencia. Ya digo a Sucre que te recomiendo nuevamente, y no más. A tu mamá que no se vaya por nada, nada, nada: mira que yo me voy a fines de éste para allá sin falta. Espérame a todo trance. ¿Has oído? ¿Has entendido??? Si no, eres una ingrata, pérfida y más aun que todo esto, eres una enemiga.
Tu amante.



La Magdalena, julio de 1826.
Mi adorada:  
¿Con que tú no me contestas claramente sobre tu terrible viaje a Londres???!!! ¿Es posible, mi amiga?
Vamos no te vengas con enigmos misteriosos.
Diga Ud la verdad; y no se vaya Ud. a ninguna parte. Yo la QUIERO RESUELTAMENTE.
Responde a lo que te escribí el otro día de un modo que yo pueda saber con certeza tu determinación.
Tú quieres verme, siquiera con los ojos. Yo también quiero verte, y reverte y tocarte y sentirte y saborearte y unirte a mi por todos los CONTACTOS.
¿A que tú no quieres tanto como yo? Pues bien, esta es la más pura y la más cordial verdad. Aprende a amar y no te vayas ni aún con DIOS MISMO.
A la mujer ÚNICA como tú me llamas a mí.
Tuyo



Ibarra, 6 de octubre 1826
Mi encantadora Manuela:
Tu carta del 12 de septiembre me ha encantado: todo es amor en ti. Yo también me ocupo de esta ardiente fiebre que nos devora como a dos niños. Yo, viejo, sufro el mal que ya debía haber olvidado. Tú sola me tienes en este estado. Tú me pides que te diga que NO QUIERO A NADIE. ¡Oh no! A NADIE AMO: A NADIE AMARÉ. El altar que tú habitas no será profanado por otro ídolo ni otra imagen, aunque fuera la de Dios mismo. Tú me has hecho idólatra de la humanidad hermosa o de Manuela. Créeme: te amo y te amaré sola y no más. No te mates. Vive para mí, y para ti: vive para que consueles a los infelices y a tu amante que suspira por VERTE.
Estoy tan cansado del viaje y de todas las quejas de tu tierra que no tengo tiempo de escribirte con letras chiquititas y CARTAS GRANDOTAS como tú quieres. Pero en recompensa si no rezo, estoy todo el día y la noche entera haciendo meditaciones eternas sobre tus gracias y sobre lo que te amo, sobre mi vuelta y lo que harás y lo que haré cuando nos veamos otra VEZ. No puedo más con la mano. NO SÉ ESCRIBIR.
Nota: Carta enteramente autógrafa de Bolívar, sin firma.



Posterior a 1827
El hielo de mis años se reanima con tus bondades y gracias. Tu amor da una vida que esta espirando. Yo no puedo estar sin ti, no puedo privarme voluntariamente de mi Manuela. No tengo tanta fuerza como tú para no verte apenas basta una inmensa distancia. Te veo aunque lejos de ti. Ven, ven, ven, luego. Tuyo de alma.



Bucaramanga, 3 de abril de 1828
Recibí, mi buena Manuela, tus tres cartas que me han llenado de mil afectos: cada una tiene su mérito y su gracia particular. No falté a la oferta de la carta, pero no vi. A Torres y la mandé con Ur que te la dio.
Una de tus cartas está muy tierna y me penetra de ternura, la otra me divirtió mucho por tu buen humor, y la tercera me satisface de las injurias pasadas y no merecidas.
A todo voy a contestar con una palabra más elocuente que tu Eloisa, tu modelo*.
ME VOY PARA BOGOTÁ. YA NO VOY A VENEZUELA. TAMPOCO PIENSO EN PASAR A CARTAGENA Y PROBABLEMENTE NOS VEREMOS MUY PRONTO.
¿Qué tal? ¿No te gusta? Pues amiga, así soy yo quien te ama de toda SU ALMA.
*Alusión a la Nouvelle Eloïse de Juan Jacobo Rousseau (1712-1778)

 ¡Querida loca mía!
Hablando ayer con el Mariscal Sucre me contó que estabas en Paita, sola y triste. El dolor de no haberte visto antes de partir no es más grande que el saberte sin mi compañía y alejada de todo y de todos, tú guerrera por excelencia, la más aguerrida de mis soldados, tú libertadora del libertador, no mereces terminar tus días así. Mi gloria que no es nada sin tu compañía, te reclama tu ausencia, yo haciéndole coro digo cuanto te extraño. Algo se rompió en mi pecho, es un dolor que no se quita ni se aplaca. ¿Por qué siento espinas en el corazón? ¡Por qué la miel me sabe a agua salada? ¿Por qué?
Amaneció. Dios y una dulce sensación de nostalgia me hizo escribirte, no llegarán más mis letras a lomo de caballo, no oirás más mis trémulos te quiero ni sentirás mis besos, sin embargo nunca, nunca, nunca dejare de amarte! con este loco corazón que a pesar del tiempo te siente, estaré velando por ti, alejando los peligros que puedan perturbarte, mi alma toda estará colgada a tu puerta y te consolara en tus días tristes y se reirá contigo en tus momentos felices y sabrás una vez más cuánto te amo!


Guaduas, 11 de mayo de 1830
Mi amor:
Tengo el gusto de decirte que voy muy bien y lleno de pena por tu aflicción y la mía por nuestra separación. Amor mío, mucho te amo, pero más te amaré si tienes ahora más que nunca mucho juicio. Cuidado con lo que haces, pues si no nos pierdes a ambos perdiéndote tú.
Soy siempre tu más fiel amante.
BOLÍVAR.



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